Reclinada en el límite risueño
De fugaz y amorosa adolescencia,
Tiene la forma grácil del ensueño
Y el perfil inefable de la ausencia.
La mañana desfila por su sueño
En euritmias de noria y florescencias;
Y discurre la vida sin empeño
En torno a su apacible transparencia.
Ausente del amor, apremia y arde,
Esta niña-mujer es la ilusoria
Primavera del tiempo y de la tarde.
Y esbelta como el ángel de los días,
Es la imagen perfecta de la gloria
En loca plenitud de melodías.
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