La noche en los rosales apacienta fragancias
Y en la alcoba que tiene discurrir de convento,
Tú, a los tiernos hermanos les relatas un cuento
Mientras llega el ensueño de azuladas distancias.
Es la hora inefable de las dulces estancias
Cuando dices la última palabra y al momento
Se amortiguan las luces del ritual aposento
Y se acallan los grifos a invisibles instancias.
En tus ojos amados que abrumó la ternura
Ya se posan los sueños con extraña dulzura;
Afuera está el silencio sobre el orbe dormido
Y alzo mi tienda ilusa cerca de tus jardines
En la estepa fantástica que acogió mis violines,
Para hundirme en la niebla de mis puertos de olvido.
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