Un risaraldense en Envigado
Autor: Hector Ocampo Marín
24 de Octubre de 2005
El abogado Modesto Gómez Alvarez es oriundo de Quinchía (R), pero tiene una cálida formación caldense. Explicable por su gran cultura general, su manera enhiesta de ser y la capacidad para citar de memoria artículos de la Constitución y de los códigos, aquellos que condenan a los violadores de los derechos del ser humano; aquellos artículos que defienden a los más débiles frente a los abusos de los poderosos en el mundo de la política y de la economía.
Se trata, pues, de un jurista y caballeroso señor de clara y recta trayectoria. Ciudadano de limpias ideas, franco y prudente al unísono; de arquetípica conducta en su existencia, evidentemente paradigmático como miembro de una sociedad y como jefe de una familia. Que nunca entendió de argucias sutiles o enredadas sofistiquerías. Pero, eso sí, tremendo crítico de los malos administradores públicos, de los bribones que viven detrás del presupuesto público en busca de la oportunidad de socaliñar la mejor partida, en detrimento de las obras sociales orientadas a mejorar la situación de los más necesitados.
Ciertamente, que en el mundo contradictorio y cobarde de hoy, cómo hacen de falta ciudadanos así, transparentes en su comportamiento, francos y visibles desde todas partes por su honestidad a toda prueba y su rigor en el cumplimiento de sus deberes y obligaciones. Estas dimensiones morales, en realidad, son ya muy escasas en nuestro medio, donde el enriquecimiento fácil, el mal ejemplo de muchos protagonistas de la política en la todavía no lejana historia nacional, han dado al traste con numerosas prácticas de ética elemental que, otrora, engrandecían y generaban respeto diario para la sociedad y para el individuo.
En su retiro de Envigado Antioquia, el letrado Modesto Gómez Alvarez ha hecho grabar en disco compacto y en la voz de un notable intérprete sus sentidas prosas rimadas «Llamarada de Ensueños», rubricadas con el seudónimo de Jorge Lemos del Pino y en memoria de su hijo muerto, víctima de la cruel violencia colombiana. En esta obra el autor deja claro para la posteridad su eco lírico de conmovedora andadura, tales como sus elegías «Existencia nocturnal», «A un amigo», «Adoro tus ojos», etc. y su grito tremebundo por las injusticias de los poderosos en detrimento de los más débiles de la sociedad. Las expresiones «esperanzas agotadas», «pueblo no vencido», «erudito cansancio de ser viejo», «campanas del olvido» soledad, silencio, angustia, recuerdos, cenizas, etc. denuncian al delicado lirida. El abogado poeta, rememora el dolor en todos los tiempos de sus compatriotas, de sus campesinos de Quinchía, que aún padecen una dura y despiadada existencia.
Cómo recordamos, ahora, a Modesto Gómez Alvarez, cuando fue funcionario por varios años de la Sección Jurídica de la Personería de Bogotá y nunca, en éste tiempo, se inculpó al Distrito Capital por errores u omisiones de carácter legal o de procedimiento en los complejos actos de la Administración Pública. No son comunes en los tiempos que corren funcionarios así, que decidan siempre con firme precisión, de acuerdo con normas jurídicas estrictas e inmodificables, sin permitirse influencias extrañas que afecten la limpidez y bondad moral de las decisiones dentro de un exigente engranaje institucional.
Llamarada de Ensueños
En la voz de Germán Amor