Soñé que en una fiesta del mundo te veía
serenamente envuelta de luz primaveral;
tu cuerpo como lirio que danza florecía
fantástico en el baile del brujo carnaval.
Soñé que aquella noche tu boca sonreía
y en medio de mis brazos, ensueño de cristal,
giraba tu silueta de luz y fantasía
ebria de claridades y gloria mundanal.
Soñé que en los instantes más dulces de la fiesta
danzabas y reías al compás de la orquesta
y dueño de tus besos fué mía tu pasión.
Y que bajo el influjo mirífico y amante
de aquel ambiente cálido de amor alucinante,
soñé que para siempre te di mi corazón.
H.O.M.
Pereira, Octubre de 1949
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