I-
Esta muchacha es suave
como el ensueño de los niños,
como los céfiros que azotan
la mansedumbre de los nidos;
como las manos maternales
que nos arrancan del olvido;
como los besos que se dan
a la esposa y al hijo
y como el vino familiar
que se escancía
en el sosiego vespertino.
Esta muchacha tiene
el misterio sencillo
de hablar cosas que llegan
al corazón con ritmo
de blanda melodía
y de manso suspiro.
Esta muchacha sueña
como las rosas del camino,
como las novias de la Biblia
de la noche en el filo,
cabe la gloria de los surcos
y la ternura de los trigos.
Esta muchacha tiene
como las flores del camino,
el ademán convaleciente
y el existir tranquilo;
y es buena, pura y bella
como las rosas que el Divino
Artista tiene siempre
en su jardín de trinos
y de sueños celestes,
donde los lucerillos
sonríen por la noche
con sonreír de lirios.
Esta muchacha es suave
como el ensueño de los niños…
II-
Esta muchacha es un capullo,
es un ensueño, es una flor;
es la dulzura de un arrullo
de melodías y de amor.
Esta muchacha ritmo y prosa
fiel jardín del amanecer,
es un perfume, es una rosa
en el brocal del rosicler.
Y es una leve epifanía
de jubilosa juventud,
ebria de luz y de alegría
bajo serena plenitud.
Y es el preludio delirante
del don altivo de cantar,
bajo la pompa deslumbrante
del resplandor canicular.
Ella es la paz en los trigales,
ella es la dicha de vivir;
ella es la danza en los umbrales
de un amplio día de zafir.
Esta muchacha es un capullo
es un ensueño, es una flor;
es el trasunto de un arrullo
de melodías y de amor.
Ella es la novia en primavera
de un universo siempre azul,
con ella vive y loco impera
claro alborozo de oro y tul.
Esta muchacha es la ternura
que floreció la claridad,
y es la esperanza nueva y pura
de una apacible eternidad.
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