I-
Las teas del solsticio en el verano
del festival marino en claro piélago,
iluminan el pecho de los héroes;
el cabello en la frente es tan extraño
para las aturdidas muchedumbres
que así apacientan pensamientos vagos.
Y esas gotas de agua detenidas
en su hombro, la serenidad plena.
La tranquila belleza no se toca,
no la depredación de los frescores;
el gozo está y el equilibrio puro
en evadir torva pasión o harturas.
II-
La nave esquiva circundó el espacio
por los cansinos cielos impasibles.
Está a mis pies la inmensidad tranquila.
Morir para vivir sería grato
en la linfas atlánticas. ¡Sepulto
bajo el silencio y el vaivén eternos!
Y esta forma magnífica, hierática,
hecha a cincel de Dios y ángulo agudo,
vería crecer el devenir del tiempo
como un hongo gigante de su cráneo,
y alimentar e iluminar las olas
con sus crepúsculos y con sus auroras.
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