Aldehuela lejana,
suavemente dormida
más allá de los valles de la heredad primera;
casas blancas y antiguas
que la gris primavera
amortaja entre nieblas de ilusiones sin vida.
Ventana
tristemente cerrada y desteñida
allá por la calleja pacífica y austera,
sin rosas en el alba,
silenciosa y severa;
ventana por las tardes de anhelos, florecida.
Muchacha melancólica,
dulces ojos beatos
y esquivos.
En los cármenes de los estíos gratos:
novia pura y sencilla de ademán pensativo…
Que te das a la espera,
tranquila y sin tormento,
en la esquina del viejo camino polvoriento,
acogida, sin lágrimas, al paisaje nativo.
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