Hay una isla, casi un sueño,
en un recodo de alta mar,
con datileras en el fondo
y alma de luz crepuscular…
Hay una isla misteriosa
alzada en piélagos de sal,
con horizontes de nostalgia
y un azul cielo de cristal.
Isla de fuego. Promisoria
isla de amor y de verdad,
con datileras en el fondo
y melancólico ademán.
Amada isla que en las noches
los navegantes al pasar,
desde sus muros de naufragio
besan su playa fraternal…
Como esta isla que me obsede
quiero tener en alta mar,
un sitio exacto a mi tristeza
y a mi terrena soledad.
Isla que riela en el ocaso
de mi dramática ansiedad,
¡Cuánto quisiera asir sus dátiles
y su encantado litoral…!
Isla lejana, deseada
con la demencia de otro mar,
por su quietud ante los cielos,
por su apacible eternidad…
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