Marca las doce
El gran reloj de la pared.
La noche avanza y se amotina
En las callejas del placer.
Vuela mi espíritu anhelante
Y está tranquilo en su saber,
Que al fin te quiere tanto, como
Ya nadie te podrá querer.
Claro amor mío, que de amarlo
Mi corazón seguro y fiel,
Te ha recluido en el silencio
De su ternura y de su fe.
Temprano amor que en esta noche
He recordado como quién
Recuerda la remota infancia
Que se amortaja entre su ser.
Al compás rítmico y ausente
Del gran reloj de la pared,
Han florecido en mi memoria
Dulces rumores que escuché.
Como la música lejana
De tus palabras y después
En los salones de la tarde
La blanca fuga de tus pies…
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