Interrogan los heliotropos:
¿Dónde las luces de la noche?
La triste respuesta deduce
ausencia de lumbres y flores.
Arboles sonámbulos. Gritos.
El torbellino de las sombras.
¿Quiénes preguntan por nosotros,
quiénes por campos y rotondas?
Las rosas entreabren los párpados,
miran su existir con asombro:
¡El drama de las horas muertas,
los incendios que apremia el orto!
El agua asciende perezosa
por las arterias vegetales.
El río sufre del verano
las agonías de la tarde.
Astros fugaces del nocturno,
raudos luceros del Oriente.
¡Todos esculpen ya sus nombres
en las murallas de la muerte!
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