Bajo las frondas que acaricia mayo
Y la lejana placidez del cielo,
Sueño tu amor en lánguido desmayo,
Cabe la luz piadosa y el anhelo.
En noche gris y agónica me hallo,
Cuando me apresa el desolado duelo
Que invade y mata el luminoso rayo
Que luz fue ayer y el único consuelo.
De la serena pavidez del alma,
Esta premura de agonía insiste
En acogerse a su imposible calma.
¡Gracias a Dios, amor, que no me asombre
Ni este pesar ignoto, ni esta triste
Inclinación a recordar tu nombre!
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