Pasión Creadora

PALABRAS ELEMENTALES PARA UNA EXPLICACIÓN NECESARIA

Presentación ante la Academia Colombiana de la Lengua del libro “Mariano Ospina Pérez, el Presidente” publicado por la Cámara de Comercio de Medellín por iniciativa de la Fundación Mariano Ospina Pérez de Bogotá. Prólogo del Exministro y académico Rodrigo Llorente Martínez..

Señores
D. Jaime Posada Díaz, Director
D. Jaime Sanín Echeverri, Sub-Director
D. Horacio Bejarano, Secretario Ejecutivo
Señores académicos y amigos aquí presentes.

Este libro ve la luz pública después de largos lustros de cuidadoso proceso de maduración, no sólo en lo atinente con su fondo y mensaje testimonial, sino en lo tocante con su forma estilística a la luz de la tranquila verdad histórica y, desde luego, de generosos y libres recursos ensayísticos y de expresión escrita. De recursos conceptuales e históricos, como el muy exigente de acudir con reiterada exclusividad a fuentes de grandes estadistas y escritores liberales, cuando se trata de valorar la exacta personalidad de los repúblicos o la obra de actores de la historia que desfilan por las páginas de este libro, verbi gratia, don Mariano Ospina Rodríguez, don Tulio Ospina Vásquez, el Presidente General Pedro Nel Ospina o el Presidente Mariano Ospina Pérez.

Así, el contenido de esta obra es a manera de comprensible historia de una Colombia en marcha. Ello, así, por cuanto la tarea se inicia con don Mariano Ospina Rodríguez, el gran abuelo fundador del Partido Conservador y Presidente de la Confederación Granadina, nacido en 1805 en Guasca Cundinamarca, e hijo de don Santiago Ospina Urbina y de la dama boyacense Josefa Rodríguez Acosta. Don Mariano, desde luego, contemporáneo del General Bolívar y del General Santander. Y avanzan y concluyen estas páginas en los tiempos actuales haciendo alusión a un Ospina contemporáneo, a su persona y fecunda tarea que sin alardes, en silencio, cumple día a día y a lo largo de su vida, Mariano Ospina Hernández, un colombiano estudioso como el que más, actual Investigador Asociado del Departamento de Biología Evolucionaria de la Universidad de Harvard y autor de la magna obra de investigación “Integración Fluvial de Suramérica”, donde bien se destaca el obstinado científico pragmático de los problemas sentidos y no sentidos del país y del continente.
En términos generales, el libro “Mariano Ospina Pérez, el Presidente”, es la historia del carácter de  los Ospina, colombianos que bien le han servido al país, realizadores plenarios que raras veces se han dejado confundir y asaltar por la embriaguez de la retórica. Linaje obsesionado por la sabiduría práctica. Por la tarea-misión de crear fuentes de trabajo en los más diversos niveles y campos de la actividad humana.
A Don Mariano Ospina Rodríguez, a mediados del siglo XIX, lo encontramos allá por las vecindades del municipio de Fredonia en Antioquia, acompañado de sus brigadas de campesinos, cuidando y poniendo en producción muy técnica, extensos fundos cafeteros, para ocupar mucha gente y enseñar, además, a producir y comercializar en grande el café colombiano.
A finales de la centuria decimonónica y principios de la vigésima, don Tulio Ospina y sus hijos con singular empeño en el campo y en empresas similares. Sin abandonar desde luego, las tareas de la enseñanza y el aprendizaje en Medellín. Y sin descuidar las iniciativas sorprendentes de importar maquinarias y equipos, para apresurar el desarrollo de Antioquia en sus vías, transporte, industrias y heredades agropecuarias.
Esto mismo podemos afirmar por conocimiento de causa, de empresas tipo Diario La República de Bogotá, fundada en 1953 por el expresidente Mariano Ospina Pérez y sus amigos. Ponemos estos ejemplos, para demostrar que dichos hombres de acción, tan afanosos y creadores, buscaban no cosa distinta que  crear estructuras empresariales para ofrecer trabajo a sus compatriotas. El arte muy de la preferencia de los Ospina de fundar empresas capaces de sostenerse, que no fallaran en los recaudos quincenales o mensuales, para el pago de los sueldos y jornales de un buen número de colombianos, expertos en algún oficio noble.
Y concretamente en este libro delineamos y detallamos la historia de la obra empresarial y gubernamental al servicio de Colombia, cumplida por el medellinense, Mariano Ospina Pérez. Un líder paradigmático todos los días de su fecunda existencia, que nunca preguntó a colombiano alguno ¿cual es tu partido político? Si no que preguntaba ¿Qué sabes hacer, cual es tu especialidad?
*  *  *
En realidad, nos ha preocupado el desconocimiento ya muy extendido, particularmente dentro de las nuevas generaciones, en relación con la historia de los auténticos servidores de la patria, de los verdaderos creadores, de los “empresarios de realidades” que decía con frecuencia Ospina Pérez.
De aquellos colombianos, liberales y conservadores, que en el pasado construyeron una Colombia tan sólida, tan de frente, que ni los más violentos y avezados destructores, han podido arruinar en forma definitiva.
En este libro, cuando indagamos por la imagen que de nuestro personajes tenían sus contemporáneos, no acudimos a sus copartidarios y seguidores incondicionales, sino al criterio de los intelectuales y políticos de pensamiento contrario. Así, encontramos que la personalidad histórica de don Mariano Ospina Rodríguez es delineada y definida con gran altura por hombres del partido liberal, como el mismo tribuno y poderoso adversario José María Rojas Garrido; o como el escritor e ideólogo liberal don Laureano García Ortiz.
Así mismo, sobre la gran tarea educativa de Ospina Rodríguez como ministro del presidente Pedro Alcántara Herrán o como Presidente de la Confederación Granadina, esa tarea es reconocida con sincero encomio en sus esclarecidos trabajos históricos por colombianos del prestigio de don José María Samper, del profesor Luis López de Mesa y por historiadores de la dimensión intelectual de Indalecio Liévano Aguirre y de Jaime Jaramillo Uribe.
Sobre el Presidente, General e Ingeniero Pedro Nel Ospina, encontramos que por más de un caudillo liberal, es presentado como ejemplo de la historia grande de Colombia. Por dirigentes de la talla de Alejandro Galvis Galvis, para recordar un nombre ilustre bien presente en la historia nacional del periodismo y de la política de la segunda mitad del siglo XX.
Pedro Nel Ospina, un colombiano de tan superiores calidades, que sólo a un compatriota de tales condiciones pudo escribirle en excepcional tono el ilustre general y letrado, Rafael Uribe Uribe en los intermedios de las guerras civiles. Correspondencia que el historiador Eduardo Santa, recuerda en su equilibrada biografía “Rafael Uribe Uribe”, dice:
“Aquí y en Sincelejo quedan algunos de los míos, incapacitados para seguirme; te los recomiendo, en la seguridad de que los dejo bajo la protección de un caballero y de un cristiano.  A propósito:  me complace tenerte por contrincante.  Entre los dos no perderemos esfuerzo por civilizar la guerra. Dicen que tus fuerzas han saqueado el Carmen, Colosó,  San Antonio, Palmitos y demás lugares a donde han llegado, que saquearán e incendiarán a Sincelejo, si lo toman.  Deseo que sean exageraciones de la gente.  Yo me he esforzado siempre por impedir que mis tropas cometan esa clase de desafueros, y creo haberlo conseguido. La conducta contraria en los defensores del Gobierno formaría contraste desventajoso.

Está de más decirte que los prisioneros que nos hagamos serán bien tratados.  No te dejes aconsejar de los sectarios rabiosos.  Estamos guerreando en tierra que no es precisamente la nuestra, y donde debemos procurar dejar un buen recuerdo, no casándonos con las rencillas lugareñas.  Somos padres de familia, vamos tirando ya para viejos, y tenemos reputación que cuidar;  otros tantos motivos para tratar de distinguirnos del vulgo de los perseguidores fanáticos.  En cuanto a mí, jamás la condición de conservador o de adversario me ha impedido ver detrás la de colombiano, es decir la de compatriota.  En cuanto a relaciones entre los dos quedan por mi parte establecidas para todo objeto útil o de interés común.  No en vano habremos sido condiscípulos y amigos de toda la vida;  y aunque tendría yo derecho a guardarte rencor por querellas de juventud en que te excediste, los años han dejado caer sobre ellas capas sucesivas de ceniza fría.  Celebraré que tengas buenas noticias de Carolina y tus muchachos. ¡Feliz tú, que puedes comunicarte con ellos! En catorce meses de campaña, apenas he sabido tres veces de casa.  Te saluda tu condiscípulo y amigo, Rafael Uribe Uribe”. (1)
Sobre el Presidente Mariano Ospina Pérez, nuestras mayores fuentes para los capítulos conceptuales, no son precisamente los encomios de los dirigentes y políticos conservadores contemporáneos suyos, sino de los líderes e intelectuales liberales, en frecuentes ocasiones poderosos opositores suyos, tales como los expresidentes Carlos Lleras Restrepo, Alberto Lleras Camargo, Dario Echandía, Alfonso López Michelsen, etc.
Presenta éste libro, desde luego como asunto esencial, la historia de un mandatario que nunca vio extraños entre los colombianos. Ciudadano de temple heroico, el Presidente Mariano Ospina Pérez. Un preclaro realizador de obras tangibles, que a pesar de los muchos lustros transcurridos, aún están allí sirviéndole al país y a los colombianos. Obras que fueron planeadas y puestas en marcha, pensando sólo en el progreso de Colombia y en el bienestar de los habitantes de todas las regiones del país. Para aludir a tres realizaciones aquello de los campesinos con el pie calzado por imperativos de salud, eso es de Ospina Pérez. Aquello de los obreros y trabajadores con ropa para sus tareas, eso es de Ospina Pérez; y aquel milagro para el cultivo de la inteligencia de nuestra juventud, el ICETEX, con génesis brillante en el cerebro del Secretario de Asuntos Técnicos y Económicos de la Presidencia, Gabriel Betancurt Mejía. , eso fue un empeño de Ospina Pérez.
Finalmente refirámonos un momento a determinado capítulo de este libro para seguir las recomendaciones de nuestro Director académico, Jaime Posada, un capítulo esencial, el relacionado con el sabio Tulio Ospina Vásquez, padre del Presidente Ospina Pérez: Don Tulio Ospina Vásquez, hermano de Pedro Nel, hijos de don Mariano Ospina Rodríguez y de doña Enriqueta Vásquez Jaramillo, hija de don Pedro Vásquez Calle y de doña Antonia Jaramillo y Soto, conocidos a muchas leguas a la redonda como familia de colonizadores del nororiente antioqueño donde plantaron grandes extensiones en café y en pastizales.
La esposa y madre, Ana Rosa Pérez Puerta, hija de don Bartolomé Pérez Acosta y de su primer matrimonio con Clarita Puerta Uribe, ambos de prosapia tradicional y austera, familias integradas por rectos comerciantes y diligentes profesionales. (2)
Evoquemos a la madre, Ana Rosa, esposa de don Tulio, perdurable su recuerdo en su caserón campestre de Sorrento o en la vivienda de La Candelaria, en la inolvidable residencia de Quebrada Arriba, esquina de la Carrera Unión, la del antejardín con carbonero, la de las cinco ventanas de reja de hierro que miraban al oriente en Medellín de principios del siglo XX. (3)
Tulio, nació en la capital de Antioquia, el 4 de abril de 1857 en la misma casa donde vino al mundo Atanasio Girardot.  Sus primeros pasos los dio en el Palacio de San Carlos en Bogotá, y su hermano Pedro Nel, futuro Primer  Magistrado de Colombia vió la primera luz en Bogotá en 1858 cuando don Mariano ejercía la presidencia de la Confederación Granadina.
Tulio hizo su primaria y su bachillerato con los jesuitas en el Colegio de Loyola en Guatemala y en San Ignacio de Medellín.  En 1876, después de la sangrienta batalla de los “Chancos”, Tulio y Pedro Nel, fueron puestos prisioneros y desterrados a Costa Rica.  Allí, los hermanos Ospina Vásquez se dedicaron al estudio del cultivo y de la industria del café, muy floreciente ya en la tierra de los laboriosos ticas. De Costa Rica, por disposición de don Mariano, Tulio y Pedro Nel viajaron a estudiar Química y Metalurgia en la Universidad de California.  Allí, con frecuencia recibían la correspondencia del padre, siempre vigilante y atento a las directrices educativas para sus hijos, por ejemplo, escribía a ellos sobre las cualidades que debe tener cualquier profesional, particularmente el ingeniero, donde la honradez es virtud superior, útil en grado sumo en los negocios:
“Lo más importante, cuando no hay capital necesario es adquirir crédito y este se adquiere mostrando honradez, puntualidad, economía e inteligencia.
Cualquier colocación es buena para hacer conocer estas cualidades que deben desplegarse con esfuerzo y constancia en todas las circunstancias de la vida.” (4)

En otra carta más personal, dirigida a Tulio, don Mariano, escribía:
“… La pretensión de parecer rico gastando más de lo que se puede razonablemente y dejándose esquilmar en toda ocasión, es una mentecatez ridícula que, convirtiéndose en hábito, condena a la miseria a quien lo adquiere.
“Usted y Pedro Nel están ahora en la edad en que más se aprende en  poco tiempo. La Providencia, que tanto nos ha favorecido, los dotó a ustedes de inteligencia y de un juicio recto, con una índole feliz, condiciones que agradezco a Dios con toda mi alma y por lo cual deben ustedes mostrarse siempre ardientes e intensamente agradecidos. ¿De qué les serviría haber nacido príncipes o millonarios, si hubieran nacido estúpidos, tontos o perversos?
Correspondan ustedes a los dones que la naturaleza les ha dado, cultivando y desarrollando con solícito esmero las prendas ventajosas que han recibido, y no tendrán que envidiar a los más favorecidos de la fortuna.
“Ustedes están ahora en una edad en que vive uno fascinado, en medio de una nube y de continuas ilusiones que prometen algo grande y extraordinario que lo espera a uno un poco más adelante y que le inspira una peligrosa confianza, que le hace perder el tiempo más precioso. Se asemeja esto a la alucinación de un viajero que, sin saber por qué, se imagina que en la posada le aguarda un gran banquete. Pero no hay tal banquete, y al llegar a la posada se encuentra únicamente con lo que él lleva en sus alforjas. Ahora están ustedes llenando las alforjas; según lo que ustedes echen en ella, así será la abundancia o la penuria en la posada; lo más grave en el caso es que no se pueda volver atrás a reparar la falta.
La ciencia es el más seguro de los caudales. Nada hay tan lisonjero como el poder decir con Simónides cuando todos quedan arruinados en el naufragio: Omnia mecum porto.”(5) Llevo todo lo mío conmigo.
En fin, después de obtener el bien buscado título, los dos hermanos orientaron sus pasos a Europa. En París, Pedro Nel se dedicó a complementar sus estudios en el Instituto de Química Analítica. Entre tanto, Tulio, buscando opciones empresariales, realizaba un largo y minucioso viaje de observación por las zonas fabriles de Inglaterra, Francia, España, Italia, Austria y Alemania. Era la manera más práctica de confeccionar un directorio industrial y comercial de las principales ciudades europeas que, sumado al directorio norteamericano, se convertiría en Medellín en una verdadera novedad, útil y orientadora para todos.
Tulio unía a su capacidad de observación, agudeza y vocación de investigador. De esta manera, a lo largo de sus viajes por mar y por tierra, fue coleccionando con paciencia de científico mil fórmulas y recetas de cocina y anotaciones sobre las más finas maneras de comportamiento social en todas las circunstancias de la vida, los buenos y distinguidos modales de caballerosidad y delicado trato con los semejantes. De aquí salió su famoso texto con varias ediciones: “Protocolo hispanoamericano de la Urbanidad y el Buen Tono”, que no es en forma alguna copia de los protocolos europeos, sino un manual adecuado para nuestra sociedad y nuestras gentes criollas de entonces.
De nuevo en Medellín los hermanos Ospina Vásquez, se dieron a la tarea de crear nuevas empresas, de mantener un ritmo e inquietud sobre realizaciones de acuerdo con las exigencias de la actualidad, sobre cambios necesarios, sobre innovaciones productivas. Iniciativas en el campo de importación de maquinarias, de  ejemplares vacunos para mejorar la producción de carne y de leche. Participaron en compañías orientadas a las urgentes obras públicas, a la creación y mejora de servicios, de servicios comunitarios, electrificación, carreteras, ferrocarriles; e influyeron decididamente en la creación de la Escuela Nacional de Minas, en la confección de un pensum adecuado y luego en su dirección. Pedro Nel, fue su primer rector y Tulio el tercero y, en un segundo período, rector y profesor hasta su muerte. Don Tulio y ese cerebro privilegiado del ingeniero civil Alejandro López, impusieron en la Escuela de Minas la orientación de hacer profesionales capaces de crear su propia empresa. He aquí la explicación de Medellín como emporio industrial.
La formación intelectual y profesional de los Ospina Vásquez, fue sin duda distinta a la que prevalecía en Colombia en la segunda mitad del Siglo XIX. Al país lo regían los letrados, los latinistas y filólogos. Era el imperio de la República de las letras, cuando no de las armas. La literatura a veces altisonante, el costumbrismo y el buen humor medio socarrón, prevalecían sobre los estudios científicos. Por un Manuel Ancízar o un Agustín Codazzi, podían encontrarse cientos de prosistas y de versificadores en la órbita de Marroquín, Ñito Restrepo o de los integrantes de la Gruta Simbólica, con frecuencia todos más preocupados por la asonancia de las formas, que por el contenido de un mensaje urgente, vivificante y renovador de la mentalidad nacional.
La orientación y la formación universitarias, recibidas por Tulio y Pedro Nel Ospina, devolvieron reales frutos a la patria. En su cuatrienio de gobierno (1922 1926) el Presidente Pedro Nel Ospina, cambió el ritmo y el rumbo del país. Así, lo reconocen a través de la historia, liberales y conservadores.
Alguna razón poderosa tenía el profesor López de Mesa al afirmar que la década más importante en el desarrollo del país, es la década de los Veinte.
Don Tulio Ospina cumplió una fructífera labor como investigador y como educador. Darío Suescún en su Historia de la Minería Colombiana, y refiriéndose a don Tulio y a la Escuela de Minas de Medellín, dice:
“Con la visión futurista de su rector, el sabio Tulio Ospina, autor de la “Reseña Geológica de Antioquia” y eminente profesor de Geología y Mineralogía, se inició en Colombia el conocimiento científico y tecnológico de nuestros recursos naturales no renovables y empezaron a formarse los más destacados profesionales en las ramas de la minería, la geología, la cristalografía y la petrografía, para el conocimiento integral y aprovechamiento racional y metódico de las riquezas del suelo y del subsuelo patrio. De esta  Escuela, continúa el profesor Suescún Gómez, en el último decenio del siglo XIX y en los primeros tres del siglo XX, egresaron promociones de ingenieros civiles y de minas que empiezan a señalar derroteros de superación al país y a construir carreteras, ferrocarriles y fábricas, en función del desarrollo técnico y autóctono de nuestras posibilidades reales, y a tecnificar la incipiente minería colombiana.” (6)
Por su parte el profesor Luis López de Mesa en su “Escrutinio Sociológico de la Historia de Colombia” dice, que a don Tulio Ospina puede considerársele abanderado nacional de la Mineralogía “por las revelaciones que hizo en 1911 acerca de la estructura de la Cordillera Central de los Andes.” (7)
El ingeniero de minas, Gerardo Botero Arango, hijo del historiador y patricio liberal de Antioquia, Roberto Botero Saldarriaga, en sus “Apuntes para una Historia de las Investigaciones geológicas en Colombia”, dice al respecto de los investigadores que han tenido relaciones con la Facultad de Minas en su parte geológica:
“Don Tulio Ospina, ingeniero de Minas graduado en la Universidad de California… fue persona de múltiples actividades, minero, agricultor, ganadero, etc.  Su contribución escrita más importante fue su “Reseña Geológica de Antioquia”…  notable por la atinada distribución estratigráfica dada a las formaciones geológicas conocidas en Antioquia por esta época.
Al final de la “Reseña” se encuentra además, un apéndice sobre depósitos minerales y suelos agrícolas colombianos.”(8)
Entre otros trabajos realmente importantes publicados por don Tulio Ospina, a más del famoso “Protocolo” el antecedente más feliz en lengua castellana de la Urbanidad de Carreño, relacionemos los siguientes.  Como historiador, Presidente y Miembro de la Academia de Historia:  “Biografía del Oidor Mon y Velarde”, el mejor trabajo histórico biográfico que se conoce sobre este notable personaje de la historia auroral del pueblo de “la dura cerviz”; y “Disertación sobre los antecedentes y consecuencias de la independencia de Antioquia”.  Otras obras: “Estudios de Plantaciones de Quina” (1879)  “Estudio sobre Lenguas Americanas”,  “Reseña sobre Geología de Colombia”, (1911), “Clasificación Megascópica de las rocas” (1919) “El Cultivo del Cacao en Antioquia”, (1886) “Lecciones de Geología” “Notas sobre Agricultura Colombiana” (1913) y finalmente, como para no quedarse atrás de los escritores de su tiempo, dos cuadros de costumbres:  “Amores en la Montaña” y “Mariquita la morena”. Además, “Geología General Económica de Colombia”, publicación póstuma en 1939.
Como empresario y hombre de negocios, don Tulio procedía con admirable tino y transparencia.  Así, lo reconocían sus colegas y contemporáneos.  No fue un ambicioso desaforado.  Otros valores y perspectivas mantuvieron prevalencia en su espíritu. Cierto carácter experimental y didáctico identificaba la razón de ser de sus, a veces, múltiples y diversas empresas, tanto agropecuarias como comerciales y de negocios.  Como Rector que fue por muchos años de la Escuela Nacional de Minas, y Rector de la Universidad de Antioquia de 1905 a 1911, sus actividades todas estuvieron vinculadas y al orden del día, dentro del universo dinámico de su persistente acción pedagógica e incansable actividad de transmitir conocimientos útiles y prácticos.
A partir de su regreso de Europa y dentro de la firma Ospina Hermanos, tanto él como sus allegados, vivieron una febril actividad.  Organizaciones francesas, por ejemplo, podían poner los recursos pecuniarios y los Ospina la dirección técnica de los proyectos.  Participaban así mismo, en licitaciones públicas de Medellín y Bogotá para obras oficiales o privadas de infraestructura, electrificación, construcción de edificios públicos, puentes, carreteras y ferrocarriles.
No todas las veces el éxito los acompañaba en estas actividades profesionales.  El país carecía de un ambiente adecuado para el tranquilo y normal desarrollo de iniciativas y planes de estas dimensiones.  Por otra parte, se carecía de personal calificado indispensable para muchos trabajos.  A estos riesgos se sumaba la carencia de comunicaciones y de una estable paz interna en el país, limitantes que con frecuencia producían descalabros económicos que afectaban en forma grave, no sólo la economía de los particulares, sino la economía del país.  Pero, pese a todo esto, los Ospina estaban conscientes de todo lo positivo que estos trabajos, a la postre, dejaban a la nación, gracias a una racional transferencia de tecnologías, a más de la importación de equipos y maquinarias y de material científico y técnico, lo que contribuía necesariamente a un cambio de mentalidad y a crear para el futuro nacional mejores posibilidades para el desarrollo.
El cumplimiento de don Tulio Ospina en sus compromisos comerciales, era algo proverbial en Medellín.  Su hija Margarita en reportaje concedido a la prensa, contaba cómo su padre, solía salir de sus bienes más queridos y más trabajados, para no incumplir con sus obligaciones crediticias, cuando se presentaban reveses como consecuencia de la inestabilidad económica del país.(9)
Jaime Sanín Echeverri, alguna vez confidente de Mariano, hijo de don Tulio, trae esta acotación afortunada en su libro “Ospina Supo Esperar”:
“Por todo ello la familia Ospina estaba muy lejos de sentirse afortunada, pero todos, principalmente don Tulio, relacionaban todas sus desdichas con la política.  En las haciendas, cuando triunfaban los conservadores, arriaban el ganado vacuno y campeaban sobre el caballar y el mular como en cosa propia para defender la legitimidad.  Si la suerte de las armas favorecía un día a los liberales, ocupaban las casas, cogían las cosechas y se llevaban el ganado a título de indemnización.  Entre los compartos y el  abigeato como retaliación militar, don Tulio estaba por aquellos trágicos días del papel moneda, tan endeudado como jamás pensó llegar a estarlo.  La quiebra del Banco Popular, lo llevó por fin al extremo.  La administración de sus propiedades pasó jurídicamente y por propia voluntad a manos de sus acreedores.  Tenían tal confianza en su probidad y eficiencia que en la práctica lo dejaban y le pedían que él hiciera y aconteciera sin tenerlos en cuenta.  Algo pudo vender y pagó todas sus deudas.  Por entonces, doña Ana Rosa hizo confituras y quesos para la venta y ayudó a sostener el hogar.”(10)
Don Tulio, fue un educador moderno que, desde la cátedra de la Escuela de Minas y de la Universidad de Antioquia, entregó a la juventud con pertinaz dedicación, igual que su maestro y padre don Mariano Ospina Rodríguez, una enseñanza práctica y muy técnica, formando ingenieros administradores, e induciendo a los alumnos a crear empresas grandes o pequeñas que les aseguraran la personal independencia y libertad.
En 1958 don Gabriel Cano, Director de El Espectador, publicó un erudito ensayo con el nombre de “La ilustre casa de Ospina”, en el cual hace el siguiente boceto humano y espiritual de don Tulio Ospina Vásquez:
“La geología, la mineralogía y la agronomía de Antioquia, y aun la formación etimológica de sus dialectos indígenas, no consiguieron ocultar sus recónditos secretos al espíritu investigador de don Tulio Ospina, quien estudió con mente de sabio y corazón de patriota las características de ese suelo privilegiado, tan pobre en riquezas vegetales como rico en minerales tesoros. Descubrió don Tulio muchos filones de oro puro; pero la digna y discreta pobreza personal en que vivió y murió, está diciendo que su afán y su trabajo tenían mucho más de investigación científica que de especulación financiera, y los tesoros ocultos que halló o adivinó en las duras entrañas del suelo antioqueño, pudieron aprovechar materialmente a otros, pero a él no le dejaron sino dividendos intangibles, como los que en la época moderna les pudieron corresponder a un Pierre Curie por el milagro del radium o a un Albert Einstein por el prodigio de la energía atómica.
“Yo recuerdo, continúa don Gabriel Cano, particularmente la recia y afable personalidad de don Tulio Ospina en su carácter de educador, como rector y profesor de numerosas cátedras en la Universidad de Antioquia y en la Escuela Nacional de Minas de Medellín, y de manera personal e íntima lo evoco en sus amenas pláticas sabatinas en el aula máxima universitaria, sobre los deberes del ciudadano con respecto al Estado y sobre el comportamiento del caballero en sus relaciones de sociedad. Con palabras sencillas y dialéctica convincente, el insigne maestro se proponía en esas pláticas casi familiares, inculcarle a un grupo arisco de muchachos provincianos y montaraces los principios esenciales de la instrucción cívica, desde el  servicio militar y obligatorio hasta el derecho civil  que es también otra obligación  al voto ciudadano.” (11)
Don Tulio Ospina Vásquez, murió en Panamá donde fue en busca de salud, el 17 de febrero de 1921, a los 64 años de edad. Lo acompañaban su hijo Mariano y el jesuita español Manuel Quirós y Palma. Esto ocurrió meses antes de asumir el poder el presidente Pedro Nel Ospina, su hermano, quien en su gobierno realizaría la transformación y desarrollo del país que su formación pragmática y técnica y su educación le imponían con acento imperativo, como hijo de Ospina Rodríguez.
En la familia Ospina descendiente de don Mariano Ospina Rodríguez, muchos grandes estadistas. Y humanistas como el notable jesuita Eduardo Ospina, ilustre miembro de esta Academia por muchos años, en fin, profesionales eminentes, pero el sabio de verdad, el colombiano de presentar en la academia más exigente, fue don Tulio Ospina Vásquez, el señor padre de Mariano Ospina Pérez.

Señores académicos: Hemos hecho aquí en este libro historia firme y cierta. Y siempre, creo, que los colombianos viviremos muy orgullosos de todo ello.

Gracias por escucharme. Muchas gracias.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1)    Santa, Eduardo “Rafael Uribe Uribe”, págs. 261,262. Planeta Colombiana Editorial, Bogotá 1998

2)    Carrizosa Argáez, Enrique. “Linajes y Bibliografía de nuestros gobernantes”. Banco de la República. Bogotá 1983. Citado por Antonio Cacua Prada en su ensayo “Don Mariano Ospina Rodríguez”  Bogotá 1985

3)    Sanín Echeverri, Jaime. “Ospina supo esperar” P.34 Ed. Andes 1978

4)    Gómez Barrientos, Estanislao. “Don Tulio Ospina” Pág. 254, Repertorio Histórico. Medellín 1923

5)    Gómez Barrientos, Estanislao. “Don Tulio Ospina” Repertorio histórico de Medellín, 1923

6)    Mayor Mora, Alberto. “Etica, Trabajo y Productividad en Antioquia” Pág. 34, Tercer Mundo. Bogotá 1988

7)    López de Mesa, Luis. “Escrutinio Sociológico de la Historia de Colombia” Pág 293, A. Colombiana de Historia. Bogotá 1956
8)    Chaparro y Sagasti (Compilación) “Ciencia y Tecnología en Colombia” Pág.189, Editorial Escala. Bogotá 1956

9)    Reyes, Catalina. Entrevista a Margarita Ospina. Abril/90

10)     Sanín Echeverri, Jaime. “Ospina supo esperar” Ed. Andes Bogotá 1978

11)    Cano, Gabriel. “Apuntes de un Espectador” Págs. 323 24, Biblioteca Pública Piloto. Medellín 1979

Héctor Ocampo Marín
Bogotá, Noviembre 8 del 2001

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