Lectura en el Salón de Actos del Banco de la República, en Popayán, 1997
1.- PERSONALIDAD DEL MAESTRO MAYA
Vigorosa y confiable para jóvenes y viejos, la personalidad literaria del maestro Rafael Maya. En la totalidad de su obra, él, es una viva institución de esclarecido linaje intelectual y académico. En sus trabajos, la gama erudita y el recurso documental, son utilizados con esencial rigor. Prima en toda su extensión, el muy coherente pensamiento analítico del autor. Una bendición de los dioses, un escritor con ideas claras y prosa transparente.
Así, el atento estudio de su obra, en toda ocasión y para toda persona, será siempre de enriquecedores alcances formativos y mentales. Es el maestro Maya, un visible paradigma de las letras nacionales. ¡Cuantas ciudades intelectuales de Colombia, quisieran tener entre su haber humano, una figura como él!
Quien conoce sus libros, sabe de las dos facetas básicas de su trabajo, la del poeta y la del ensayista crítico. El examen total y meditado de su poética, abre indefectiblemente las puertas de la gran poesía, la de todos los tiempos, la perdurable y la que engrandece el espíritu.
El análisis y dominio de su prosa y de su rigurosa preceptiva como crítico, nos entrega generosamente los orientadores secretos de la más seria y condensada literatura de ideas. Nada común en nuestras letras, la tranquila opulencia del suelo y del subsuelo de su obra poética y ensayística. Quien se adentra en su mundo intelectual y literario, tiene ya a su disposicion toda una universidad letrada. “Experto en Rafael Maya”, será en el futuro un bello título universitario. Viviente y perdurable modelo intelectual, concretado en las obras críticas y poéticas de Maya, capaces de elevar y orientar a los estudiosos, de abrir sorprendentes horizontes y perspectivas a la juventud con ambiciones intelectuales superiores.
Y, esa capacidad mágica para descubrir y sublimar en prosa suasoria, los finos valores estéticos, dispersos y frecuentemente ocultos, en la obra de escritores contemporáneos o de autores anteriores en el tiempo. De esos autores con frecuencia penosamente olvidados por esas malas artes del simún de la cultura oficializada, cuando con cierta frecuencia, sólo se reeditan obras de letrados cuyas ideas políticas se identifican con el pensamiento de la clase gobernante, mientras la memoria de otros escritores, es cubierta con un espeso manto de discreto olvido. Esto le ha ocurrido, por ejemplo, a don Antonio Gómez Restrepo; no tanto a don Baldomero Sanín Cano, ni a Hernando Tellez, a Dios gracias. Esto del discreto olvido le ha ocurrido a los grandes escritores de Nariño y del Cauca, no a los autores de la Costa Atlántica. Autores, a veces, de envanecida memoria por los elogios en cadena histórica o, al contrario, vencidos en el recuerdo por inconsecuentes reparos críticos, fácilmente promovidos por celos gremiales o anacrónicos resentimientos políticos.
* * *
El maestro Rafael Maya, como analista literario y como crítico, logra un sabio equilibrio en la elaboración de la forma y en el sostenido vigor y la mesura de sus conceptos de fondo. Son, estos, los resultantes magníficos, cuando se llega y cuando se alcanza con firmeza, madurez y honestidad intelectuales. Y, exigente sentido justiciero, frente a las obras de los otros, las ajenas obras sobre arte y pensamiento.
Cristina Maya, en su muy medida y rigurosa prosa de la presentación de los tomos uno y dos de la Obra Crítica del Maestro Maya, su padre, tomos oportunamente publicados por el Banco de la República en 1982, hace 15 años, precisa mi aserto en términos concluyentes:
“La tarea del crítico, más compleja y quizá más exigente que la del escritor de otro género, impone para su realización la madurez de los procesos investigativos y una práctica continua y renovada en el tiempo. Pues si bien el texto literario posee un valor intrínseco, también es cierto que vive y se mantiene gracias a quienes estudian su origen y desarrollo, sacando a la superficie lo que el lector desprevenido no advierte y haciendo evidentes los procesos culturales que se circunscriben al
fenómeno literario como parte esencial de su contenido y significación.” (1)
* * *
El maestro Rafael Maya fue un hispanista convencido, pero no encasillado. Su espíritu estuvo abierto a otras manifestaciones superiores de la cultura universal. Por sobre todo fue un
humanista. El mismo define el sentido de esta condición de su formación intelectual:
“El humanismo es un sistema de vasos comunicantes. No puede
existir, dentro de él, noción aislada del hombre, ni concepto atómico de la cultura. El humanismo es simpatía, compenetración y correspondencia, y de allí su eficacia social. El le otorga al hombre el sentido específico de la solidaridad… Las
humanidades, según lo indica el propio vocablo, hacen al hombre
más hombre, desarrollan todas sus posibilidades, le dan la conciencia de su propio ser y la noción de su dignidad personal.
Todo esto es óptimo y necesario en épocas como la que alcanzamos, tumultuaria y niveladora, y en la cual el hombre no es más que una serie, una fracción en la suma de las grandes fuerzas
mecánicas”. (2)
Estamos, pues, frente a un clásico. “Su clasicismo, -escribía precisamente sobre el maestro Maya en 1952, Rafael Azula Barrera,- no es cárcel de emociones ni anticuada colección de
preceptos, vinculado a credos o escuelas, sino una suerte de filosofía vital -como lo explica el mismo Maya- normativa de la conducta y reguladora de los preceptos de la conciencia.” (3)
El ensayista y poeta payanés, como crítico es un maestro digno de imitar. Ni la amistad, ni las diferencias de edad o de posición ideológica, tuercen un milímetro la precisión conceptual, la rectitud de sus planteamientos. La doctora Cristina Maya, en la citada Introducción a la Obra Crítica del maestro, ratifica lo
anterior, así:
“En virtud de una permanente actitud reflexiva y estudiosa, que constituye por lo demás, uno de los rasgos más sobresaliente de
su personalidad, Maya, realizó su labor crítica con un propósito sistemático y riguroso… Contraria entonces a una actitud dispersa en el enfoque crítico…, su obra revela desde el comienzo una actitud fundamental: la búsqueda de las raíces
expresivas del pensamiento y de la sensibilidad nacional y americana.
“Pocos críticos nuestros han tenido la certeza de que solo a través de la conciencia de una identidad histórica, sustentada
por una sólida estimación de lo propio, sin que esto signifique mera exaltación chauvinista, es posible hablar de un patrimonio
cultural.” Y, más adelante agrega Cristina Maya: “De esta manera
hizo nuestro crítico una amplia difusión de la literatura colombiana, en un empeño siempre generoso por mantener vivo el recuerdo de quienes significaron las más altas cifras dentro de nuestro panorama literario.”
2.- MAYA ANTE LA OBRA ENSAYISTICA DE URIBE URIBE
Un ejemplo de análisis crítico de una tarea intelectual y literaria, es el ensayo de Maya sobre la obra y la personalidad del General Rafael Uribe Uribe, cuya muerte trágica en Bogotá el 15 de Octubre de 1914 todavía estremece la conciencia nacional.
Maya, era entonces un estudiante de solo 17 años de la Universidad del Cauca. Las ejecutorias y el ademán patricio de Uribe Uribe, se conocían bien y se admiraban con gran beneplácito en todo el país. El estudio sobre Uribe Uribe, fue leído por su autor en la Academia Colombiana de la Lengua, el 18 de Mayo de 1959, con motivo de celebrarse el primer centenario del nacimiento de este ilustre y muy querido colombiano. Este ensayo crítico de Maya se caracteriza por su ausente insistencia en los elogios, así se trate de una pieza académica; además, muy distante sus consideraciones de toda diatriba o de ironías mañosamente programadas.
Sobre el General letrado y patriota, se han escrito piezas apologéticas excelentes, muchas de ellas un poco ditirámbicas y
quizá excesivas. Las circunstancias de su muerte en la plenitud intelectual y política de su vida, su carácter de gran jefe de un partido. Asi mismo, el sentimiento dolido de escritores
atildados y de valía, seguidores del dirigente y del muy leído columnista, cuya temática siempre estuvo relacionada con los problemas más sentidos por los sectores populares y en general por todo el país. La exégesis y apología de Maya, es un trabajo paradigmático y, su enfoque, recoge aspectos fundamentales de la
personalidad de este excepcional hombre público. Maya, estudia diversas facetas personales, y circunstancias de tiempo y espacio para explicar las razones de una gran vocación de escritor público, de un estilo y su tono y de sus características esenciales. Sigamos, pues, los razonamientos del maestro Maya, sobre la escritura de Uribe, inicialmente en torno a su temática y vocación científica con altas dosis de pragmatismo:
“La primera dificultad que se ofrece al crítico es la de que el General Uribe Uribe no fue propiamente un literato. Nunca escribió páginas destinadas exclusivamente al deleite estético de sus lectores, ni se le ocurrió explorar ninguno de los dominios de la literatura de imaginación, como la novela, el cuento, la poesía o la crítica literaria. Y digo esto porque el caso del General Uribe Uribe es realmente excepcional en este país. Hay que considerar que todos sus compañeros de generación, o la mayor parte de ellos, y los que inmediatamente le precedieron en el orden del tiempo, sí fueron literatos, y al mismo tiempo que redactaban páginas severas de historia, de economía, de hacienda pública, o daban a luz ensayos filosóficos, se entretenían también, a veces apasionadamente, en obras de pura intención estética… ¿Quiere esto decir que el General Uribe Uribe careciese de imaginación, o de sensibilidad, o fuese totalmente ajeno a las aspiraciones y simpatías del arte?…
“En primer lugar, la simple abstención en el ejercicio de una facultad no quiere decir atrofia o inexistencia de esa facultad, sino, frecuentemente, derivación de sus naturales energías hacia otra clase de objetivos, los cuales se sienten, de esta manera doblemente reforzados…
“Las páginas que sobre diversos aspectos de nuestro mundo físico escribió el General Uribe Uribe, aunque enderezadas a fines esencialmente prácticos, nos revelan todos los tesoros afectivos que tenía en la conciencia este hombre metódico, aparentemente frío, pero profundamente apasionado en el fondo, con pasión que le hacía penetrar en los secretos del mundo natural hasta dar con la explicación de los fenómenos que investigaba. Y hay que advertir que lo inducía a ello no sólo el interés científico sino algo más: el deseo profundamente humano de enriquecer no solo el cerebro, sino el corazón, con la deleitosa experiencia de la verdad conquistada. Y pasando a otro orden de ideas, ¿no era necesaria una viva sensibilidad para concebir la Patria como el General Uribe Uribe la concebía? Porque la Patria no era para él un esquema mental, ni una concepción jurídica, ni una creación poética. Era una realidad entrañable, capaz de cobijar todo el desamparo humano…”
Maya, cuidadoso investigador de los secretos primigenios de una prosa y de un estilo, no sólo de los escritores colombianos anteriores a él, sino de sus contemporáneos, encuentra en la obra intelectual y literaria de Uribe, una prosa ensayística, casi única en la literatura colombiana, prosa donde la fuerza y riqueza de las ideas desborda los cauces que ofrece la cláusula; el gran fondo crea la forma y le da pautas lexicográficas y fraseológicas para la marcha. Maya, lo explica, así:
“En sus escritos y discursos, sea cualquiera la materia tratada, es absolutamente imposible separar fondo de forma, para hablar en términos escolares, ni decir que el General tenía un estilo determinado, porque, realmente, no lo tenía. Creo que no pueda hacerse mejor elogio del escritor verdadero. Su estilo, y llamemos así su manera de escribir, no era ninguna forma estilística, ninguna estructura retórica sobrepuesta a la idea, sino la íntima, la orgánica, la esencial unidad del pensamiento y la expresión. No son las frases, como sucede en otros escritores, las que imponen su esclavitud al pensamiento, sino el pensamiento quien decreta la subordinación de las frases. En este caso, el estilo no es otra cosa que la marcha misma de las ideas, y el proceso interior del discurso que se marca, en la superficie de lo escrito, por el peculiar carácter de la sintaxis, por el giro característico de la frase, por la ordenación general de los períodos. En los escritos del General Uribe Uribe, el fondo crea la forma. Ese es el estilo propio de las inteligencias reflexivas y de los hombres de pensamiento activo en quienes concurren el poder especulativo y un lúcido sentido de las realidades ambientes…
“En ninguno de sus discursos parlamentarios o de sus ensayos políticos se advierten las vaguedades de la improvisación, o la habilidad de quien recurre al apoyo subsidiario de la retórica, cuando languidece el proceso discursivo o se agotan las fuentes del pensamiento….”
El tono de una escritura, su fuerza y genio estilístico, tal como lo explica el maestro Maya, tienen que ver no sólo con la educación y formación recibidas, sino hasta con la disciplina y costumbres personales del autor. Estas las afirmaciones de Maya:
“La estructura mental del General Uribe Uribe fue la propia de aquellos hombres de acción, para quienes todo ha de traducirse en hechos, en obras, en realidades. Creo que se habría excusado de pensar si le hubieran dicho que sus ideas no iban a encarnar en actos. Era un temperamento esencialmente pragmático, que infería el valor del pensamiento de la utilidad que reportase en la práctica. Los orígenes de su estirpe, las causas raciales inmediatas, su primera educación, bajo la autoridad de los padres ejemplares y en un hogar donde el trabajo era cosa tradicional y constituía el más limpio blasón de una estirpe de hidalgos montañeses, así como las naturales inclinaciones del temperamento personal, contribuyeron a formar este tipo de varón relativamente raro en el trópico,…”
Y concluye el maestro Maya, así:
“Sus hábitos de reflexión y de método; su increíble actividad, que se movía, ordenadamente, en diferentes direcciones; su disciplina en el trabajo, en la preparación de los planes, en la ejecución de la obra; su voluntad rectilínea y hasta su costumbre de madrugar, así como su jovial sencillez de hombre hogareño, honesto y sobrio, todo ello parecía contribución de una raza distinta que, con todas sus virtudes genéticas, hubiese venido a retoñar en comarcas de América”. (4)
3.- MAYA Y EL MAESTRO GUILLERMO VALENCIA
Sobre otro gran colombiano, contemporáneo y paisano suyo, el maestro Guillermo Valencia, los ensayos de Maya generan franco regocijo a viejos y jóvenes, por la sinceridad y el ademán justiciero y revelador de muy trascendentes esencias, desconocidas, que sus apreciaciones traducen y esclarecen.
Maya, entendió perfectamente que un colombiano de las dimensiones humanas y espirituales del maestro Guillermo Valencia, no lo produce sino Popayán. Que, Palemón el Estilita, San Antonio y el Centauro, que esos Camellos y esas Cigüeñas Blancas que el poeta puso a andar por los caminos del mundo y esas aves a navegar sus
espacios, sólo pueden ser el milagro de una poesía con egregia vocación ecuménica.
A letrados como Valencia en su plenitud estética, se referían los
jóvenes latinoamericanos de entonces, cuando hablaban de “colonialismo cultural”, y otros críticos menos jóvenes, cuando aludían a “poesía decadente” en el sentido de refinamiento exagerado, pero haciendo creer debilidad literaria; y el abuelo de los “piedracielistas”, don Juan Ramón Jiménez, cuando calificaba al vate payanés de “modernista exótico” y Gutiérrz Giradot, aún sostiene en debates públicos sobre la obra de Valencia, su tesis de la “estética de la dominación”.
La rectitud del crítico entra en acción aquí, cuando Maya examina en detalle el carácter de un hombre, su cultura, su posición en el tiempo, las influencias recibidas, todo lo que en efecto da solidez y originalidad a una empinada obra literaria y a un estilo que se identifican plenamente con el genio natural del autor, cuando ese autor ha logrado un perfecto sincretismo entre cultura y sensibilidad. Citemos a Maya en su cenital ensayo “Guillermo Valencia”, cuando se refiere a la calidad estética y a los sentimientos:
“Ritos” es un epítome de cultura y un breviario de erudiciones. Si los versos allí contenidos carecen, como es verdad de intensidad humana, en el sentido de dimensión del dolor o de la angustia, en cambio contienen valores humanos de otra índole, representados por la pasión intelectual y la fiebre estética que estremece esos poemas, concebidos por un cerebro caldeado, en que las ideas transmiten su vibración hasta las más apartadas regiones de la sensibilidad. Tan humano es lo que se siente, como lo que se piensa y lo que se imagina. Las tres son funciones del hombre. Las ideas pueden sentirse tan intensa y dolorosamente como los estímulos del sentido. Hay una sensibilidad cerebral tan cálida y lista como la sensibilidad nerviosa, y de ella disfrutan algunos hombres en forma eminente, como otros poseen la capacidad de emocionarse, hasta las lágrimas, ante las reacciones de la vida. Pero uno y otro son fenómenos humanos. Aun en la poesía más abstracta y filosófica existe un sedimento de humanidad, porque hay allí la fatiga de una inteligencia que busca una interpretación y una respuesta. La teoría de que sólo el alarido o la “angustia” son humanos, pertenece a los rezagos críticos del más trasnochado romanticismo. O es excusa y disculpa de inconfesables aberraciones”, apunta Rafael Maya.
* * *
Es del caso de hacer notar que cuando “Ritos” fue publicado en 1914, hacía años que el poeta romántico Julio Flórez, viajaba por todo el país y conmovía al pueblo, no sólo con su atractiva y simpática presencia de poeta bohemio, sino con su fecunda cosecha de poesía sentimental que llegaba muy hondo al alma popular.
Y continúa Maya su apreciación sobre el gran vate payanés:
“Valencia comprendió que su obra, erudita y renacentista, orientalista y medieval, moderna y antigua, cristiana y gentílica, simbolista y parnasiana, era lo menos americano o colombiano que existía en nuestra literatura, y entonces volvió los ojos hacia la tierra nativa, y compuso aquellos dos cantos “A Popayán” y “Alma Mater”, que son obra de reparación patriótica…”
Y, esta esclarecedora consideración sobre las calidades personales del maestro Valencia, que debemos recordar aquí en estos días de dura crisis moral y de cobardías:
“Encarnaba la tradición democrática y cristiana de uno de los dos grandes partidos colombianos, y bajo esa especie emblemática se le respetaba y seguía. Su pulcritud personal y la limpieza de la vida pública lo hacían merecedor de semejante representación.
Jamás se desvió un punto de las doctrinas políticas que profesaba con arrogancia, ni mucho menos de los dogmas católicos que profesó con sinceridad absoluta, y en cuya aceptación humilde hubo de morir. Pobre en su juventud, pero acaudalado más tarde, diose el lujo de una gallarda independencia que le permitió vivir al margen de toda intriga y solicitud, en un país de burócratas, de eminencias pedigüeñas. Por eso mismo los honores y los cargos fueron a buscarlo a su propia casa…” (5)
En los funerales del maestro Valencia en Popayán en 1943, Maya reitera sus convicciones sobre la universalidad y calidades superiores de la cultura personal y la obra del autor de “Ritos”:
“Si ha habido entre nosotros un “varón estético” ha sido Guillermo Valencia. El mundo, para él, sólo existió como belleza. A través del cambiante universo, a lo largo de la historia humana, en medio de los sucesos actuales, no hizo otra cosa que buscar los valores estéticos capaces de darle eternidad artística a su visión personal. De tal siglo capta el escorzo heróico; de
tal época, el barniz caballeresco; de tal personaje, el gesto estatuario; de tal cultura la proyección plásticamente decorativa. Para Valencia, conocer fue sentir; pero sentir con
alma múltiple, alma de gentil y alma de cristiano, de refinado y de bárbaro, de sibarita y de estóico, de antiguo y de moderno. Su visión del mundo fue múltiple…. De allí lo universal de su obra, que al mismo tiempo que compendia todas las escuelas, desde la insinuación romántica hasta la sugerencia simbolista, resume todas las épocas del hombre…. Si le falta calor humano, en la acepción romántica del vocablo, es decir, como traslación de lo vital a lo estético, en cambio está animada de un alto y perdurable fuego intelectual, de una presión estética imponderable, todo lo cual la nutre de eternidad.” (6)
4.- MAYA Y EL PROFESOR LOPEZ DE MESA
En relación con la personalidad intelectual, su estilo
ensayístico y evolución de la prosa del profesor Luis López de Mesa, 1884-1957, el maestro Maya en 1944 y en su libro de ensayos “Consideraciones Críticas sobre la Literatura Colombiana”, expresa conceptos como éstos:
“Luis López de Mesa es una de las figuras centrales de la generación del Centenario. Por algunos aspectos, supera a todos sus contemporáneos…. “Armonía de vida y de pensamiento, metódica conquista de la sabiduría, arte de saber vivir conforme a ideales de inagotable perfección. Vida ejemplar en este
trópico que lo anarquiza todo, que para todo adopta fórmulas de brillante improvisación, y donde los triunfos de la disciplina personal o colectiva son los más raros, y, por lo mismo, los más
admirables…”
“Una de las mayores conquistas realizadas por López de Mesa ha sido la del estilo. En esto se aparta el ilustre profesor de las tendencias reinantes en su época: lujo verbal y florentinismo de imaginación. López de Mesa no era tan solo un literato y poco se preocupó por integrar a su estilo las preciosas novedades del fin de siglo. Era un hombre de ciencia desde los comienzos de su carrera, y sus disciplinas tenían necesariamente que ser otras, pero sin descuidar la cultura literaria. Adoptó, pues, una forma que oscilaba entre el castizo idioma del siglo pasado y las filigranas modernistas,… ¿Comprendió López de Mesa que no disponía de un instrumento de expresión adecuado a la época y a las nobles exigencias de su talento? Sí lo comprendió, y muy a tiempo. Me parece que uno de los sistemas correccionales que adoptó fue la lectura minuciosa y reflexiva de los clásicos castellanos. Quizás el mismo Rodó lo puso en este camino de perfección. En todo caso, ya en su ensayo sobre la cultura colombiana ha desaparecido esa fronda retórica de sus primeras obras. Prevalece allí el estilo directo y el párrafo de estructura severa,…”
En conclusión las siguientes consideraciones del maestro Maya sobre el equilibrio entre el lenguaje puramente literario y las expresiones técnicas en el ensayo de carácter científico, tienen un tono magistral y conciliador:
“Se ha dicho, a propósito de la última obra de López de Mesa, la titulada “Disertación Sociológica”, que su índole estrictamente científica no se aviene con ciertos giros elegantes, poéticos o demasiado académicos de que está plagada. ¿Es justa la observación? Posiblemente, no lo sea. Lo que acontece es que ciertos estudios filosóficos modernos, y principalmente las traducciones comerciales en castellano de muchas obras alemanas, están habituando a la gente a pensar que el lenguaje de la ciencia debe ser riguroso y necesariamente técnico, y además, desarticulado y bárbaro. No admiten ellos la relación de identidad entre el pensamiento filosófico y científico, y la expresión clara, castiza y elegante. Naturalmente que en las obras de rigurosa estructura dialéctica o pedagógica sí es necesario el lenguaje de la cátedra o de las escuelas; pero en el ensayo moderno acaso no, siempre que se eviten los excesos líricos… Me parece, por el contrario, que tratándose de ciencias tan vastas y tan estrechamente relacionadas con el pensamiento histórico, como son la economía, la sociología y la política, quien a ellas se refiera debe darle libre extensión al genio del idioma.” Hasta aquí los apartes del análisis de Maya sobre López de Mesa.
5.- EL MAESTRO MAYA Y EL SEÑOR SUAREZ
La prosa del señor Suárez, fue sin duda la de un estilista del Siglo de Oro español. De allí porqué a los colombianos nos ha interesado más el escritor que el político. Los doce tomos de “Los sueños de Luciano Pulgar”, constituyen un elevado y lustroso monumento de las letras hispanoamericanas, como las “Tradiciones peruanas” de Ricardo Palma o los “Siete Tratados” de don Juan Montalvo, quizás, los “Sueños” con más nervio y vigor polémicos.
Un ejemplo del severo estilo de Maya, es su ensayo sobre don Marco Fidel Suárez. Tan perfecto y acabado en todos sus períodos como el ensayo sobre don Antonio Gómez Restrepo, dignos de saberse de memoria. El maestro Maya enfoca así, con adusta y tranquila franqueza, la personalidad del señor Suárez:
“Fuerza es convenir en que Suárez se salvó solo por la gracia maravillosa de su estilo. Me parece que fue hombre de escaso caudal de ideas, o que, comparado con algunos de sus contemporáneos, como Caro, se echa de ver la parquedad de su acervo ideológico. Claro es que no me refiero a la abundancia de ciertos conocimientos como los históricos y gramaticales, que al fin y al cabo son obra de erudición, y que en Suárez aparecen abundantísimos, perfectamente asimilados, y en ocasiones reforzados con consideraciones originales de mucho alcance….
“En cambio, tuvo el clásico de los “Sueños”, muy desarrollado, lo que podríamos llamar talento histórico, consistente en una genial capacidad para juzgar los hechos humanos, sacar de ellos consecuencias y deducciones de aplicación inmediata, valorarlos a la luz de la moral o de la religión, y convertirlos en cosa viva, en entraña misma de la historia. Pero en el terreno de las ideas puras, en el campo de la abstracción especulativa, era el señor Suárez bien endeble. Su misma oración sobre Jesucristo, consumada desde el punto de vista literario, perfecta en cuanto a corrección literaria, admirable como creación de estilo, es débil desde el punto de vista de la crítica filosófica o religiosa, o, por lo menos, no va más allá de lo que puede leerse en cualquier buen expositor católico… ¡Pero cuánta tersura, cuánta delicadeza, cuánta poesía en esa página incomparable! Hay allí párrafos que parecen propiamente de fray Luis de León. Mejor diríamos, una poesía del cantor agustino, diluida en la más pulcra y armoniosa de las prosas…..”
Maya hace notar y exalta una de las calidades esenciales de la prosa del señor Suárez, la llaneza, el majestuoso señorío de la sencillez, de la expresión literaria con pleno dominio del léxico más apropiado para expresar las ideas con precisión. Anota Maya:
“… la llaneza, la de Suárez, es fruto complicado de mucho estudio, de mucha disciplina, de mucha reflexión, y a ella solo se llega después de haber limpiado el pensamiento de excesos y redundancias, y de haber luchado con el lenguaje para extraer de él únicamente las fórmulas de mayor poder expresivo. Así se llega a la consumada llaneza de señor Suárez.”
“Pero la llaneza necesita un complemento indispensable para no degenerar en la simple salmodia discursiva, o en el canto llano gramatical. Es la gracia. La gracia imprime movimiento a la naturalidad, y hace profundamente expresiva la sencillez. Es la sal que se le vierte al candor para quitarle su inevitable aire de tontería. Si el estilo del señor Suárez no poseyera este condimento espiritual, sería insípido. La gracia es su razón estética de ser. No solo aquella que se traduce en gracejo, chiste o ironía, como pudiera pensarse a primera vista, sino aquella otra que depende del giro mismo del pensamiento, o del modo especial de considerar las cosas. Por esta razón el estilo del señor Suárez no deja sensación de cosa herrumbrosa, sino de materia pulimentada y brillante. Siempre es nuevo, como la verdad y como la vida. Se le lee hoy como se le leyó ayer, con idéntico deleite…” (7)
6.- RAFAEL MAYA Y SU SANIN CANO
Sobre la proyección espiritual del maestro Baldomero Sanín Cano, 1861-1957, Rafael Maya dió lectura 1971 en la Academia de la Lengua, a un vigoroso estudio que suma claridad sobre este excepcional personaje de las letras nacionales. Los siguientes conceptos de Maya sobre la vida y obra de Sanín, tiene el rotundo sello de la veracidad del analista que, en realidad, no se le ha quedado vericueto de la prosa del maestro de Rionegro que no haya saboreado y auscultado su temperatura:
“Sanín Cano como la mayor parte de los colombianos del siglo pasado, fue un autodidacta…. el cultivo de su espíritu fue obra de estudio solitario y de lecturas no compartidas con nadie.
Se aficionó a las matemáticas, a las ciencias naturales, a la historia, y tuvo excepcional habilidad para el aprendizaje de los idiomas extranjeros. A este respecto, fue un caso único entre sus contemporáneos. Gracias a esta circunstancia las culturas europeas se despejaron automáticamente a los ojos de su inteligencia. Su erudición fue copiosa y variadísima, lo que no quiere decir que su cerebro semejase un depósito de datos fríos o
un almacén de despojos mentales. No. Sanín Cano convirtió en materia viva toda su información y supo organizar tan diversas
nociones en sistemas coordinados y jerárquicos, procedimiento que
llamamos cultura. Otra cosa hubiera repugnado a su inteligencia esencialmente dinámica y vital. Sus ensayos críticos son indagaciones y pesquisas destinadas a interpretar problemas de la cultura o de la vida, y nunca dejan la impresión de cosa libresca o simplemente erudita…”
Maya nos explica satisfactoriamente las razones del estilo y prosa tan personales del maestro Sanín Cano, instrumentos con los cuales abrió luminosos horizontes estéticos y de pensamiento a las mentalidades nuevas de fines de siglo XIX, como Silva y Valencia. Dice Maya sobre la prosa ensayística de Sanín Cano:
“En los orígenes de su carrera literaria, su manera peculiar de expresarse por escrito provocó protestas y censuras por parte de escritores habituados a otras formas estilísticas. Efectivamente la prosa de Sanín Cano difería de la que usaban sus contemporáneos, porque era una prosa escueta, más discursiva que grata, por el uso frecuente de tecnicismos científicos. Además, los asuntos que esta prosa servía de vehículo, no pertenecían al repertorio mental propio de las gentes de entonces, pues siempre hacía referencia a fenómenos nuevos de la inteligencia aparecidos en ese fin de siglo suntuoso y decadente…..”
“Sanín Cano no pertenece a lo que pudiéramos llamar la línea clásica de la cultura colombiana…, fue hombre de mentalidad más europea que hispanoamericana, de aficiones cosmopolitas, y circunscrito, como crítico, al ámbito histórico de la época en que desarrolló su mayor actividad intelectual… Las raíces de la cultura de Sanín Cano es preciso buscarlas en los países del norte de Europa y no en las orillas del Mediterráneo. Fue más germánico que latino. Sin embargo, la Academia Colombiana, por mi modesto conducto, exalta su nombre, que declara muchas veces ilustre, y coloca su retrato al lado de las efigies de Caro, de Vergara y Vergara, de Caicedo Rojas, de Carrasquilla, de Gómez Restrepo,…” (8) Hasta aquí el maestro Maya.
* * *
Hemos querido destacar en rápidos escorzos, no sólo la personalidad intelectual del crítico ecuánime y veraz que hay en Rafael Maya, presentándo angularidades de su posición intelectual frente a la obra literaria de cinco grandes colombianos: Rafael Uribe Uribe, el maestro Valencia, el profesor López de Mesa, el señor Suárez y don Baldomero Sanín Cano, cuya sola enunciación de nombres y recordación de sus obras, constituye un grandioso rito de positiva colombianidad, rito que con sumo respeto hemos querido cumplir esta noche en la culta ciudad de Popayán, cuya gente y cuya historia, desde mi niñez suscitan en mi alma, sobrecogedora sensación de grandeza.
Diciembre de 1997
B I B L I O G R A F I A
(1) OBRA CRITICA – Rafael Maya. Tomo Primero, pág. 17, Presentación de Cristina Maya.
(2) ESTAMPAS DE AYER Y RETRATOS DE HOY – Rafael Maya. Pág. 135
(3) LA POESIA DE LA ACCION – Rafael Azula Barrera. Pág.335
(4) OBRA CRITICA – Rafael Maya. Tomo Segundo. “Rafael Uribe Uribe”, págs. 255, 257, 259, 261.
(5) OBRA CRITICA – Rafael Maya, cap.: “Guillermo Valencia”, pág,105.
(6) LOS TRES MUNDOS DE DON QUIJOTE Y OTROS ENSAYOS – Rafael Maya. “En el sepelio de Guillermo Valencia”, págs. 168,169.
(7) OBRA CRITICA – Rafael Maya. Tomo Segundo, “Marco Fidel Suárez, clásico de América”, págs. 235, 236, 239, 240.
(8) OBRA CRITICA – Rafael Maya. Tomo Segundo, “La Proyección Espiritual de Sanín Cano”, págs. 285,286,294
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